Me encanta la Navidad... siempre me ha gustado, claro que ahora mis navidades no son iguales que cuando era pequeña... no son ni mejores ni peores, son distintas porque, como es lógico los años pasan y nada es como cuando era niña... Sin embargo en esas fechas siempre "vuelvo".. y, con esa capacidad de soñar que Dios me dio me doy un paseo por los recuerdos de mi mente, y entonces soy capaz de percibir el olor del pavo guisándose, oigo el bullicio de casa de mis padres... el sonido del almirez de cobre con la maja y de la cuchara "rascando" la botella de anís como acompañamiento a los villancicos, diviso con claridad el árbol colocado en la esquina del salón y hasta escucho, con dolorosa nitidez la voz de mis padres... mi madre poniendo orden para el aguinaldo... y mi padre "echando coplas"...Por eso, porque las recuerdo felices, aunque nada es lo mismo, pienso que la nostalgia no puede hacer que nuestros hijos no tengan el mismo buen recuerdo que conservamos de las nuestras.. Los buenos recuerdos son la mejor herencia espiritual que podemos dejarles.. Así, cuando veo a los niños disfrutar, una enorme sonrisa hace que la calidez inunde mi corazón... Jaime, según me cuenta mi "cuñada-hermana" decía: "Saluuuuuuu"... ¡Bien por mi sobrino nieto y bien por sus abuelos que lo están colmando de buenos recuerdos!..
