Un tierno abracito.

Sucedió ayer. Estaba tomando mi café antes de entrar a trabajar, en el mismo sitio de siempre. Es un barecito, mas bien cutre pero con un café fantástico, justo en una de las entradas al mercado de la Merced, se comunica con el a través de una puerta lateral. Sentada en un taburete alto, con mi marido de pié a mi lado y en mi mundo, de repente sentí unos brazos que empezaron a rodear mi cintura, me apretaban con suavidad, como si no quisieran hacerme daño... yo esperaba, que por fin, me dijera algo, pero en su lugar escuché a mi marido que decía: "¿Señora...?".

Me di cuenta que la persona que fuera se había confundido. Me retiré con cuidado y me volví al tiempo que decía: "¿Se ha confundido usted, verdad señora?".

La miré y la ví.. allí estaba ella, delgadita, menudita, mayor, con su carita llena de arrugas, su pelo teñido de rubio, sus zarcillos de oro.. vestía un jersey rosita por el que asomaba el cuello y los puños de una blusa blanca, un pantalón marrón y un medio delantal anudado a la cintura de color rojo. Era la señora que vende lotería y cupones en el mercado.

Ella, de repente, se dió cuenta de su error y sólo acertó a decir: "¿Pero no te he ofendido, verdad?.. ¿No te he molestado, no?"..

"Ojalá pudiera empezar todos los días con un abrazo así" le contesté con la mayor de mis sonrisas...

Estuve pensando todo el día en ese abrazo y en que por nada en el mundo quería que la señora se sintiera mal.

Esta mañana estaba pendiente, y efectivamente, entró por la puerta del mercado, hoy no llevaba el delantalillo, pasó por detrás mia, tímidamente sin atreverse a mirarme... Me giré con cuidado y le dije: "¿Señora, hoy no me da usted mi abracito?".... Ella me miró, me sonrió relajada y me contestó: "¡Hoy si, que además voy limpita!".. Ahora se que ella ya no tiene "fatiga" y que además tengo una nueva amiga. ¡Soy feliz.!